sábado, 26 de septiembre de 2009

ANTROPOLOGÍA LATINOAMERICANA Y TRANSNACIONALIZACIÓN NEOLIBERAL

La utilización mercenaria de la antropología.

En el otro polo equidistante tenemos un ejemplo muy reciente de la utilización de la ciencia social por parte del complejo militar de Estados Unidos, mismo que analicé en un artículo publicado bajo el título de “Antropología, contrainsurgencia y terrorismo global”. Este trabajo da cuenta de los equipos integrados por antropólogos y otros científicos sociales para su utilización permanente en unidades de combate de las tropas de ocupación de Estados Unidos en Afganistán e Irak. Este singular involucramiento de las ciencias sociales en el esfuerzo bélico estadounidense no es el primero en su género. Recordemos que durante la segunda guerra mundial, Ruth Benedict y otros antropólogos estadounidenses trabajaron para la Oficina de Información de Guerra, antecesor de la CIA, en un contexto diferente pues se trataba de la lucha contra el eje nazi fascista. De esta relación con el aparato de inteligencia de Estados Unidos resulta el conocido libro de Benedict, El Crisantemo y la espada, que versa sobre la cultura japonesa.
En el proceso de investigación sobre los pueblos indios como objeto de las estrategias de contrainsurgencia por parte del Estado, algunos antropólogos estudian a las fuerzas armadas en la actual globalización neoliberal, y como éstas son cuidadosamente preparadas para la “guerra interna”, creando incluso grupos paramilitares que realizan el trabajo de la guerra sucia. Desde los tiempos de las escuelas militares panamericanas dirigidas por Estados Unidos, los ejércitos han pasado a ser verdaderos fuerzas de ocupación emplazadas en vastas regiones de nuestros países y en prácticamente todas las regiones indígenas. Muchos de sus altos mandos están, como los políticos civiles, asociados al gran capital, en formas directas o indirectas. La dependencia y vinculación de las fuerzas armadas mexicanas, por ejemplo, con las estrategias militares y de inteligencia de Estados Unidos, en el marco del Acuerdo para Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) y la recientemente decretada “Iniciativa Mérid” (una versión del Plan Colombia para México y Centroamérica), y a través de la asistencia, entrenamiento y apoyo de todo tipo de militares de ese país a sus contrapartes locales, han cerrado el círculo de la dependencia de México en el terreno militar, de seguridad e inteligencia.
Conclusión Lejos están los practicantes de la antropología de sustraerse a los imperativos éticos que como ciudadanos y científicos sociales nos determinan en un mundo que no avanza en la solución de los problemas seculares que asolan a la mayoría de los seres humanos. Por el contrario, la transnacionalización neoliberal ha agravado a tal grado las condiciones de la vida en el planeta, que muchos analistas consideran que estamos al borde mismo de una crisis o colapso civilizatorio que pone en riesgo la existencia misma de la humanidad.
Hace cuatro décadas, Kathleen Gough expresó: “la ciencia social, como toda ciencia, deviene moral y socialmente sin sentido o dañina, si sus habilidades y conocimientos no son periódicamente referidos a la pregunta: ¿Con qué propósito la ciencia y para quién? Si nosotros dejamos de lado este interrogante, abandonamos la búsqueda de sabiduría y renunciamos a ser intelectuales en el sentido significativo del término. Con la pérdida de responsabilidad para nuestro aprendizaje, dejamos también de ser sociales, y por consiguiente humanos” Esta reflexión, está más vigente que nunca.

Gilberto López y Rivas - Rebelión

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